Cristian tiene una pasión: ser periodista y relator deportivo. Pensaron que un par de escaleras eran demasiado largas para cumplir su sueño…
Su casa sobre calle de tierra, está siempre llena de familia y amigos. Mimado por su abuela, y tías paternas, Cristian, cumplió sus 18, y aunque no todos los días fueron de alegría, el miró lejos, mas allá de la avenida, que separa el asentamiento del barrio “bonito”de Ciudad Evita.
Esta finalizando sus estudios secundarios, nació con una parálisis, que, hasta ahora le impide caminar, pero aprendió a correr los límites y sabe proyectarse.
Le gusta el análisis deportivo, expresarse en un micrófono y el relato futbolístico.
Surgió una posibilidad en Morón, en el Centro de Formación Profesional Nº403, dependiente de la Fuerza Área Argentina. Allí, había una gran oferta de cursos, entre las cuales estaba “Locución y Periodismo”
Ya estaba, ese era el lugar, y aunque, desde su barrio “22 de enero” en Ciudad Evita, debiera tomar dos colectivos, una de sus tías lo llevaría tres veces por semana, de 17 a 20 horas.
Cristian se moviliza en silla de ruedas.
“IMPOSIBLE”, dijeron desde el establecimiento educativo al primer contacto telefónico: “no podría acceder, con silla de ruedas, al segundo piso, donde estaba ubicada el aula del curso en cuestión”. Las escaleras eran demasiado largas para cumplir su sueño, parecían querer decir.
De ahí en más fue una batalla, una toma de posesión por lo que les correspondía a muchos Cristian.
Desde el Centro Cristiano Nueva Vida de La Matanza, con fe combativa comenzamos a orar y recorrer todo camino institucional para responder a este impedimento con una Victoria.
La convención de los derechos de las personas con discapacidad, tiene desde el 2014, rango constitucional, y en su artículo 9 garantiza el acceso de las personas con discapacidad en igualdad de condiciones con las demás al entorno físico y a otros servicios e instalaciones abiertos al público, tanto en zonas urbanas como rurales.
La ley nacional 24314 garantiza la accesibilidad de personas con movilidad reducida, priorizando la supresión de las barreras físicas en los ámbitos urbanos arquitectónicos.
Estas eran conquistas sociales ganadas y vigentes, conocerlas y hacerlas valer era necesario
No fue fácil, se envió una carta con estas leyes a la dirección del Centro Educativo, que se negaron firmar al principio, haciéndolo luego. Hasta último momento, la vacante de Cristian no estaba garantizada.
Negaban la posibilidad de bajar el curso a una planta baja. La única solución posible, según la Institución, era que compañeros voluntarios, alzaran al muchacho hasta el segundo piso. Era un parche ante la necesidad
Pero Dios, en su infinito amor, estuvo presente en cada una de las repetidas visitas de Jacky (tía de Cristian) al centro de Formación Profesional; en cada llamada telefónica que hicimos a la Defensoría del Pueblo de la Provincia y de Nación, en cada texto de la carta redactada con anhelos de justicia.
Fueron semanas de un proceso difícil.
Finalmente, y en Victoria El Centro de Formación Profesional bajó el aula. Queda pendiente una escalera, pero Cristian comienza hoy sus clases de periodismo, y como Dios hace su obra completa, ya pidieron rampas y un ascensor para todos los que lo necesiten.
Cristian, pasó por las aguas del Bautismo,en febrero de este año, fue en su casa, en la pileta de su patio, al finalizar la campaña de Milagros en la plaza de su barrio, en Ciudad Evita
Porque Dios no tiene estructuras ni barreras para acercarnos a El y su amor transforma lo imposible en sueño concretado