Cuando recuerdo mi paso por la escuela como docente, no puedo dejar de reconocer que el trabajo con los niños ha sido una de las mejores experiencias que he tenido.
En el ámbito laboral, si bien han sido muy pocos fuera de la educación, pero aún comparando con la dirección de dos escuelas, el tiempo más feliz lo pasé en el aula. Los niños tienen la virtud de hacerte olvidar cualquier situación por la que uno pueda estar atravesando, al menos ésa ha sido mi experiencia.
No voy a negar que hubo momentos en los que no he pensado así, especialmente cuando estuve a cargo de alumnos de 6to y 7mo grado, en el momento de la pre-adolescencia, pero gracias a Dios, para ellos, no estuve mucho tiempo allí. Casi toda mi carrera docente fue con los más pequeños de la escuela. De los 25 años frente al aula, 18 fueron entre primero y segundo y alguno en tercero. Recordar cuando comenzaron a escribir, cuando se confundían sus primeras letras, cuánta responsabilidad y la pregunta que siempre daba vueltas: ¿llegarán a escribir? ¿Sabré ayudarlos? Siempre dependí del Señor, más allá de la institución donde estuviera, me refiero a que he trabajado en escuelas seculares y en otras dependientes de iglesias evangélicas, esto hacía que con más o menos libertad pudiera ayudarlos. He valorado cuando Dios me ha permitido orar con los niños con total libertad, pero también lo hice, de diferente manera cuando la institución era secular. Puedo decir que nunca dejé de hacer lo que yo consideraba que era bueno para ellos.
Mientras preparaba este escrito, llegó a mí, a través del facebook, un dibujo con un pequeño texto que ejemplifica el sistema educativo.
Se trata de un lugar abierto, podría decir que es en un club, donde se encuentran variados animalitos ubicados uno al lado del otro (no es que se considere a los niños como tales, pero para el ejemplo vale haber pensado en ellos). Además se colocó un escritorio y, detrás de éste un profesor que dice lo siguiente:
PARA UNA SELECCIÓN EQUITATIVA VAMOS A HACER EL MISMO EXAMEN A TODOS: Por favor, trepe el árbol
En la escena se encuentra un pájaro, un mono, un pingüino, un elefante, una pecera con un pececito, una foca y un perro.
“Todo el mundo es un genio, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar un árbol, pasará el resto de su vida creyendo que es un idiota”. Albert Einstein.
El sistema de educación en una imagen.
Inmediatamente, vino a mi mente el recuerdo de un primer grado, en el comienzo de mi carrera docente y de manera especial uno de mis alumnos, que todavía no estaba preparado para la lecto-escritura, él apenas gateaba y yo, en ese momento pretendía que se trepara al árbol. Esta situación que me preocupaba mucho, hizo que junto con un curso de perfeccionamiento docente que comencé, me diera herramientas para ayudarlo a él y a otro grupo de niños que se encontraban en una situación similar. Por supuesto, todos los días oraba por cada niño, llegaba antes al aula y rodeaba cada mesita y ponía a cada uno de ellos en las mejores manos: en las de JESÚS. Este perfeccionamiento marcó para siempre mi manera de dar clase.
Este niño en cuestión, compartía una mesa con otros tres y se había especializado en copiarle a su compañero que se sentaba frente a él. Nunca pensé, que alguien tan pequeño y que recién está empezando a escribir pudiera hacer eso, pero sí, su frustración al no poder realizar lo que la consigna establecía, lo transformó en un experto para copiar lo que otro niño tenía al revés, para él.
El trabajo que pude hacer con este grupo fue fantástico y muy emocionante, porque, al tiempo, pude ver los resultados. Inolvidable para mí, han pasado casi treinta años y me parece verlos, como si fuera ayer. Estoy releyendo un libro: “Enseñando para cambiar vidas” de Howard Hendricks del cual extraje algunas frases que subrayé y hoy se las quiero dejar a todos ustedes:
* La enseñanza efectiva viene sólo a través de una persona cambiada.
* Si el docente quiere llegar a ser un agente de cambio, él es el primero que debe cambiar.
*Provea oportunidades creativas a sus estudiantes para expresarse por escrito. A usted, le maravillará lo que muchos de ellos puedan producir.
Sin querer ser reiterativa, considero una vez más que el trabajo con los niños, la devolución que ellos nos hacen a diario o al finalizar el año, ver su crecimiento y los logros alcanzados, es algo muy difícil de poner en palabras, pero nos llenan de felicidad y nos hacen saber que el objetivo fue cumplido.
Por Maria Teresa Girabet de Kramer