Impacta la sinceridad de Nehemías: “Me enojé cuando oí el clamor y las quejas por la USURA”.
El domingo, al salir de la Iglesia, oré con un joven por el problema que aflige a su familia: peligra su casa por la voracidad de un USURERO, quien aprovechándose de un momento de necesidad, les prestó en dólares una suma insignificante. Al no poder pagar, esta se abultó por los intereses leoninos estipulados.
“Le llevamos 8 mil pesos –fue todo lo que pudimos juntar– de los 13 que nos pedía la abogada. Creímos que así saldábamos parte la deuda, pero luego nos enteramos que ese importe era para cubrir sus honorarios solo por consultarle al prestamista si aceptaba pagos en cuotas de 10 mil pesos cada una…”.
Al oír esto me indigné y traté de disimular para no cargar el corazón del muchacho, pero le pedí a una abogada miembro del CCNV (1) que investigara.
Días después, escuchar las noticias sobre el rechazo de la apelación que nuestro país hizo ante la Corte Suprema de los EEUU, en la causa por el reclamo de los famosos “fondos buitres”, no hizo más que remover mi dolor.
Cuando estábamos terminando las negociaciones y pagando puntualmente la injusta deuda externa –que ya se abonó 5 veces, si tomamos en cuenta los intereses pagados– vuelven a atacar para mantenernos en esclavitud. (2)
“¿Por qué litigamos en una corte extranjera? Porque no confían en nuestra justicia y de aceptar la jurisdicción de nuestros jueces nos hubiesen aplicado mayores tasas de interés”, decía muy horondo –con sorna crítica hacia nuestro país– un economista y político, ayer en una mesa de debate televisivo. Mi bilirrubina explotó y, amarillo, decidí cambiar de canal antes de romper el aparato. Entretanto, mi mente recordó a Nehemías (450 a.C.):
“Tiempo después, varios hombres y mujeres protestaron contra sus compatriotas judíos. Algunos que tenían muchos hijos decían que les faltaba trigo para darles de comer. Otros decían que, para obtener un préstamo y así poder comprar trigo, habían tenido que hipotecar sus campos, casas y viñedos. También estaban los que decían que, para pagar los impuestos sobre sus campos y viñedos habían tenido que pedir dinero prestado.
Además, decían: somos de la misma raza que nuestros compatriotas, y nuestros hijos tienen los mismos derechos que los de ellos. Sin embargo, tendremos que vender a nuestros hijos como esclavos. La verdad es que algunas de nuestras hijas ya lo son, y no podemos hacer nada para evitarlo, porque nuestros campos y viñedos ya pertenecen a otros.
CUANDO ESCUCHÉ SUS QUEJAS, ME ENOJÉ MUCHO.” (3)
Cínico, el mercenario “politiquero-economista televisivo” hablaba “desde el llano” sabiendo que los deudores nunca ponen condiciones.
Historia macabra de préstamos tomados a fuerza de sangre y fuego por pseudas revoluciones que, en realidad, fueron tiranías cívico-religiosas-militares. Multiplicados luego en democracia, ante la “desesperación generada” por la asfixia comercial, la cual obligó a recurrir a “créditos salvadores” ofrecidos por los mismos acreedores o sus primos, para pagar solo los intereses de aquellas deudas impuestas.
Finalmente, bajo una nueva tiranía, esta vez basada en la ambición y el individualismo impuesto como coloniaje cultural, pusieron la bandera de remate: se llevaron todo, pagando nada. Obviamente, se encargaron de poner en los contratos la cláusula que garantiza que sus jueces nos juzgarían.
En mi enojo medité en Nehemías… la queja e indignación era contra sus hermanos, los de la misma raza. Recordé caras y nombres: ministros de economía, presidentes de la República, empresarios, dueños de medios de comunicación, clérigos complacientes, todos ellos partícipes de aquella verdadera sangría. Los mismos que, a lo largo del tiempo, se han mimetizado camaleónicamente, adaptando su mensaje, pero realizando las mismas maldades. Libres, hoy hablan por televisión, son referentes de opinión, funcionarios estatales o privados, empresarios, diputados, senadores, gobernadores, intendentes… prominentes líderes religiosos. Cada uno con discursos o con silencios, en cada etapa, engañaron al pueblo. Verdaderos cipayos. (4)
Nehemías reacciona e interpela a los suyos:
“Y después de pensarlo bien, reprendí a los jefes y a los gobernantes por tratar mal a sus propios compatriotas, y les mandé que se reunieran para hablar del asunto. Entonces les dije: ‘Nosotros hemos estado haciendo todo lo posible por rescatar a nuestros compatriotas que fueron vendidos como esclavos a otras naciones. Ahora ustedes los están obligando a venderse de nuevo, y después nosotros tendremos que volver a rescatarlos’.
Ellos no supieron qué responder, así que se quedaron en silencio.
Entonces yo les dije: ‘Lo que ustedes están haciendo no está bien. Para evitar las burlas de nuestros enemigos ustedes tienen que demostrar que respetan a Dios’.” (5)
La respuesta de los pecadores fue positiva en aquellos tiempos, sin embargo, Nehemías dejó claro su pensamiento y deseo sobre quienes no se arrepintieran:
“Además, me sacudí la ropa y dije: ‘Así sacuda Dios a todos los que no cumplan con esta promesa. Que Dios les quite sus casas, sus terrenos y todo lo que posean.’
Todos los que estaban reunidos allí dijeron: ‘¡Que así sea!’, y alabaron a Dios.
Y todos cumplieron lo que habían prometido.” (6)
Desgraciadamente, nuestros obstinados impíos prosiguen su macabra tarea unidos a foráneos depredadores, por lo tanto, nuestro problema está en casa.
Llegó la hora de que el pueblo indignado clame a Dios por justicia y se queje contra los de su nacionalidad:
DEBEMOS PEDIR QUE SE JUZGUE A QUIENES DESTRUYERON NUESTRA ECONOMÍA.
Los delitos económicos cometidos por funcionarios en nombre del pueblo son de LESA HUMANIDAD (7), porque indefenso, este no puede intervenir en las negociaciones.
Cuando hayamos juzgado a quienes nos endeudaron esclavizando generaciones, el GRITO ARGENTINO será oído en el planeta entero y ningún juez extranjero podrá dudar de nuestra soberanía. Si no lo hacemos, viviremos siempre suplicando.
VOLVERNOS A DIOS Y CLAMAR A ÉL POR LIBERACIÓN.
PARA NO TENER QUE ARRODILLARNOS ANTE LOS HOMBRES. (8)
SER LIBRES ES NO DEBER NADA A NADIE. (2)
SACUDAMOS NUESTRAS ROPAS SOBRE LOS QUE NOS ENTREGARON AL DOLOR. NO DEJEMOS QUE NADIE NOS VUELVA A SEDUCIR PARA ENDEUDARNOS. (9)
LA JUSTICIA AGRADA A DIOS
Recuerdo la Palabra que como faro nos ilumina desde diciembre de 2002:
“Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia.” (10)
AHORA VEREMOS QUIÉNES JUNTAN Y QUIÉNES DESPARRAMAN, LOS QUE ESTÁN CON NOSOTROS Y LOS QUE ESTÁN EN NUESTRA CONTRA. (11)