Un documento histórico.
Un claro mensaje dado al hoy presidente Mauricio Macri, en agosto de 2003, en las vísperas de su primera presentación como candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Es importante recordar las circunstancias sociales, económicas y políticas que nuestra Argentina vivía en aquellos días, en los cuales, tras la renuncia de Fernando De la Rua, Néstor Kirchner llevaba menos de tres meses al frente del Poder Ejecutivo.
Se destaca la preponderancia del mensaje proclamado en Plaza de Mayo en diciembre de 2002, en un acto organizado por el CNCE*, basado en Isaías 16.3-5.
Dicha Palabra, explicada en detalle, fue la brújula que marcó el camino de salida del mayor quiebre económico social de la historia de nuestra Patria.
Las advertencias sobre el peligro de los propósitos de los fondos buitres, llamados “capitales golondrinas” en aquellos tiempos, y la firmeza sobre la determinación de intervención divina ante cualquier desvío, son notables.
Finalmente, la mención del largo camino en el campo político, que le esperaba a quien en ese momento aspiraba a conducir uno de los territorios nacionales, deja tácita la referencia de la Presidencia de la Nación, único paso de crecimiento posible en la escala gubernamental.
Este anuncio fue acompañado de consejos dados en forma privada a lo largo de cuatro años.
Las profecías no garantizan nada; ahora, tras su cumplimiento, llega el momento de comprobar los frutos de quienes fueron objeto de las mismas, si son fieles a sus demandas o no.
Por prudencia y austeridad, no hicimos público este material, como tampoco aquellos con otros actores políticos; nunca quisimos interferir en la voluntad de nadie. Lo que debimos y debemos hacer lo efectuamos “sin que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha y viceversa”. Servir a todos con total reserva, ese es nuestra misión.
Hoy presentamos este material porque ya es historia; al haber ocurrido ante siete mil personas, fueron muchos lo que comentaron el hecho provocando interés sobre el mismo y la demanda de su publicación.
* CNCE: Consejo Nacional Cristiano Evangélico, comisión de nueve integrantes, tres de cada Federación Evangélica (FAIE, CEP y ACIERA)
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NOTA IMPORTANTE
El rol profético debe ser redimensionado.
Nuestro mundo “occidental y cristiano” le asigna a la profecía y al profeta un dimensión de “iluminado”, alguien capaz de leer el futuro por contar con poderes especiales.
El Antiguo Testamento está plagado de profetas, y el Nuevo Testamento los presenta como uno de los cinco ministerios base de la Iglesia (Efesios 4.11).
JESÚS advierte el peligro que entraña cumplir esta tarea (Lucas 6.22-24; 11.48-50 y 13.34).
El enemigo de nuestras almas levanta “falsos profetas” que, insuflados de vanidad, hablan según sus vientres o los designios de su padre. Una advertencia clara de JESÚS:
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” Mateo 7.15.
Este concepto es refrendado por muchos textos bíblicos: Ezequiel 13; Mateo 24.11; Marcos 13.22; Hechos 13.6; 2ª Pedro 2.1; 1ª Juan 4.1; Apocalipsis 16.13; 19.20; 20.10. De manera especial, Apocalipsis 13.11-18, habla de la segunda bestia tan claramente emparentada con el poder mediático, como lo vemos en estos días.
El ministerio profético es vital para que podamos caminar con seguridad en días poco claros. Es faro que ilumina el pasado, presente y futuro del pueblo, aplicando la Palabra Profética más segura (la Biblia) a nuestros días y acontecimientos.