Querido Pastor:
Mi nombre es Marlene Balmaceda y quiero contarle lo que Dios hizo en mi vida.
En el año 2001, con mi esposo y mi hijo de un mes de vida, pasamos de vivir en un departamento con todas las comodidades, a un asentamiento. Nuestra casa era de chapa (los carteles de publicidad de la calle), piso de tierra, el techo tenía grandes agujeros pero cuando llovía no entraba ni una gota de agua (Dios ya nos estaba cuidando). Este lugar queda detrás de Zabaleta, hoy es el barrio Loma Alegre. Una señora nos prestó una casilla, en ese momento era vivir ahí o en la calle.
Al principio fue difícil acostumbrarnos al barrio. Todo era nuevo para nosotros. Mi esposo no tenía trabajo fijo así que había días que teníamos para comer y otros que no. De a poco fui conociendo el barrio. Empecé a asistir a comedores, la salita me daba remedios, leche y a veces pañales y una panadería me daba pan todas la tardes. Mis vecinos eran todos peruanos, ellos nos adoptaron como familia. Dios los usaba porque cada vez que teníamos hambre, alguien siempre nos tocaba la puerta con un plato de comida.
Ahí conocimos a una señora, nuestra abu, que nos habló de Dios por primera vez. Ella nos invitó al Centro Cristiano Nueva Vida, me acuerdo que fue un martes, en un culto de milagros. Lo primero que escuché fue “probá a Dios, pedí lo que estás necesitando” en ese momento le dije no quiero tener mas hambre.
Cuando salimos del culto yendo para mi casa, desde lejos vimos un paquete en medio de la vereda a la salida de un supermercado, todos pasaban por al lado y nadie lo veía. Cuando lo levantamos era un gran pedazo de carne ¡lomo!, ese fue el primer milagro que recibimos.
Mi esposo fue libre de la droga y del cigarrillo y hasta nos compramos nuestro terreno. Conseguimos trabajo, el, en una procesadora de verduras y yo limpiando casas.
De a poco fuimos creciendo, comencé a servir en los Grupos de Oración. En ese momento se estaba ministrando, “En lo poco me fuiste fiel, en lo mucho te pondré”, lo tomé para mi vida sin saber la dimensión de la palabra. Como ya teníamos el terreno, la idea era edificar nuestra casa pero nuevamente Dios nos habló y dijo “que el lugar donde viviríamos ya estaba edificado y en la tierra fluía leche y miel”.
El barrio había mejorado mucho, ya había cloaca y agua corriente, pero queríamos crecer. Con mi esposo comenzamos a orar para salir de la villa, era imposible, no podíamos ni siquiera pagar una habitación en un hotel. Una amiga, me consiguió una casa para limpiar por las tardes. Cuando me presenté a la entrevista el lugar era un salón de fiestas infantiles, la dueña me dice que el trabajo era para su casa y que necesitaba una persona con cama adentro. Le agradecí y le dije que no podía tomar el trabajo ya que mi hijo tenía dos años y no quería dejarlo solo.
Cuando me levanté para retirarme, me dijo, tengo para ofrecerte otro trabajo. Me senté nuevamente y la escuché, necesito una persona de confianza para que limpie y viva en el salón, me dijo, el departamento es pequeño pero te podes acomodar con tu familia. El departamento era un palacio comparado con mi casilla. A la semana nos mudamos a Río de Janeiro y Rivadavia, pleno Caballito. Esto fue el 30 de junio de 2003. Comencé limpiando el salón y al poco tiempo ya estaba como encargada.
Al año, Ale, mi esposo, me cuenta que tuvo un sueño donde Dios le decía que tendríamos un salón de fiestas. Sin entender , comencé a soñar, un sueño imposible para mi pero no para Dios.
Así que creyendo en la palabra profética que decía que teníamos que prepararnos, primero me anoté para terminar la secundaria, hice cursos para emprendedores, asistí a las reuniones que usted daba para empresarios. En el culto de metas del 2007 le presenté a Dios mi plan de negocios. Todo por Fe. Le pedí a Dios que me diera $30.000 para poner el salón. No se porque pedí esa cantidad de plata simplemente lo pedí.
Seguí orando y soñando por muchos años, mientras me preparaba. En el año 2009, después de rendir 16 materias libres, terminé el secundario. Fue una gran meta cumplida.
Soñaba y soñaba con el salón pero viendo mi realidad era imposible. Ni siquiera tenía plata ahorrada. Trabajando, conocí a Griselda, una animadora. Le hablé de Dios y comenzó a concurrir al CCNV.
Con el tiempo le conté mi sueño, el salón de fiestas. En el año 2010 con Griselda, comenzamos a festejar los cumples de los nenes que estaban en el Parador Nueva Vida. Fue una hermosa experiencia.
En mayo del 2011 la dueña del salón en donde vivía, sin avisarme cerró el salón conmigo y mi familia adentro. Fue muy doloroso en ese momento porque yo no tenia donde ir, fue todo tan de repente que lo único que podía hacer era orar. Y así lo hice, arrodillada le dije a Dios, señor si me sacas de acá es para estar en un lugar mejor.
Y Dios lo hizo, a los dos meses me estaba mudando a un departamento en Caballito, sin pagar adelanto ni presentar garantía solo con la plata de mes que entraba. Por primera vez alquilaba un departamento, un gran milagro de Dios.
Ese año, estuve sin trabajo. Me dedique a servir a Dios como colaboradora en el Parador Nueva Vida
Seguí orando pero con un propósito diferente y entendiendo la palabra de ese tiempo, Dios quiero bendecir a otros. El salón debía tener un propósito, bendecir a otros.
Y solo era un sueño, no tenía nada.
En diciembre del 2011, fui a una conciliación con mi ex jefa, el acuerdo fue por $30.000.
Era el dinero que yo le había pedido al señor.
El 1 de mayo de 2012 nació Purim Purim Salón de Fiestas y Eventos, lo que tanto había soñado y esperado por años. Griselda, la animadora, es mi socia.
El 1 de mayo de 2015 cumplimos 3 años de este maravilloso milagro. Damos trabajo a personas. Pidiendo al señor mas fiestas, no para enriquecernos sino para dar trabajo y las personas que salgan del salón, sean grandes empresario con el propósito de bendecir a otros.
Le doy gracias Dios por todo lo que soy, porque no era nada y El me dió valor. Gracias pastor por cada palabra, por enseñarme tanto. Gracias a mi esposo y mis dos hijos por soñar conmigo y apoyarme en todo. Hoy sueño con mi casa propia y poder terminar la carrera que elegí, enfermería.
Pd: el salón se llama Purim Purim (no es cuestión de suerte) primero porque es por bendición y segundo es porque cuando el pueblo judío fue libre festejó el día de Purim, y es justamente eso, para liberar a otros.
Le mando un beso grande, lo quiero mucho.
Marlene