Conseguí en Tienda Proactiva el Seminario sobre Apocalipsis dictado por el pastor Guillermo Prein durante el mes de mayo.
¿Alguna vez tuviste la oportunidad de viajar, por las altas cumbres, ya sea en un tren u otro vehículo y tener que atravesar una nube?
Si, esa masa gaseosa que siempre está tan alta, tan lejos, tan fuera de nuestro alcance, de repente te envuelve, se apodera de tu entorno, y en cierta manera te condiciona y te limita en tu avance. Es una sensación similar a la de atravesar los bancos de niebla en las rutas, pero el dato de la gran altura en la montaña genera una mayor sensación de zozobra, algo más intenso, más denso, más abrazador.
Estarás pensando qué tendrá que ver este comentario con el seminario sobre el libro de Apocalipsis de San Juan, dictado durante el mes de mayo por nuestro pastor Guillermo Prein.
Aquí va la analogía: Ya en el transcurso de la segunda clase mi ser estaba percibiendo, en un plano no sensorial, que el contenido de Apocalipsis comenzaba a envolverme como aquellas nubes en las altas cumbres, y que todo lo enunciado, de repente, se hacía tangible y formaba parte de ese entorno en el que vivo y respiro.
La transcripción de San Juan acerca del saludo de Dios a las siete iglesias nos presenta espejos en los cuales pueden verse reflejadas las condiciones espirituales en las que cada uno de nosotros podemos encontrarnos según nuestra relación con Dios.
La visión de la sala Celestial nos asegura que es El Cordero Inmolado, con la autoridad de su entrega y humildad quien tiene la soberanía absoluta sobre todo lo creado y quien garantiza la victoria final de sus fieles.
Las escenas que Juan relata en sus visiones de señales, monstruos y figuras terroríficas tienen su materialización y traspolarización a entes y a situaciones naturales, sociales, políticas y económicas que la humanidad vive, soporta y sostiene tiempo a tiempo, siendo esos los reales monstruos y bestias que provocan el terror, la muerte y la destrucción.
Y así fue como ese libro bíblico tan nombrado, tan esquivo a nuestra comprensión, tan abusado en sus interpretaciones de repente se abría delante de todos nosotros con una claridad y una contundencia absoluta. Y del mismo modo se introducía en nuestra vida del día a día.
Cada clase que el pastor fue desarrollando, nos condujo, con genial simpleza, a la visualización y proyección, en la vida real y concreta de la humanidad, de cada uno de los pasajes de Apocalipsis. Nos hizo comprender en qué circunstancias fue escrito, cuál fue su propósito y cuál es su finalidad para estos días que nos toca vivir y también los venideros.
Fuimos contactándonos con situaciones, caracteres, símbolos, figuras, lugares que parecieran tan místicos, tan irreales, tan fantásticos y que sin embargo cobraban consistencia, corporeidad en su correlato con episodios y personajes históricos que fueron, que son, y que sin duda volverán a ser. Hechos que giran alrededor de disputas económicas, fornicaciones políticas y claudicaciones en la fe de todos los pueblos y naciones y épocas.
Fueron desfilando en nuestras mentes los nombres de Imperios, Poderes, Personajes del mundo pasado y actual, en un total e impune ejercicio de su codicia y su maldad.
Y en medio de todo eso, las gentes presas de ceguera espiritual, encantamiento y confusión. Y sentimos el sufrimiento y el clamor de los fieles y por fin la llegada del final anunciado: los nuevos cielos, la nueva tierra, la nueva Jerusalén, el rencuentro eterno con el Creador, con el Señor Jesús.
Pero lo que fue muy impactante para mí fue aprender que Apocalipsis, el libro de la Revelación, no es simplemente un libro para mostrarnos la lucha entre el bien y el mal sino un lugar de revelación de identidades, de elecciones y decisiones personales, y sus consecuencias.
En él quedan, en inequívoca evidencia, aquellos seres humanos, hombres y mujeres, que se inclinan por adorar al Dios de este siglo, al Dios de las riquezas, y los que eligen el camino de adorar al Cordero Inmolado en espíritu y en verdad.
Muchas de sus profecías han tenido varios cumplimientos en el pasado y también se las relaciona con hechos que están aconteciendo en el presente. Y respecto de los tiempos futuros somos guiados a tener una actitud expectante para ver como la soberana voluntad de Dios va dando forma al desencadenamiento final de lo profetizado.
Desde un punto de vista natural el libro es un tratado político- económico para todas las épocas, donde se reflejan las atrocidades que la humanidad está dispuesta a cometer y expuesta a sufrir por el envilecimiento, la codicia y el amor a las riquezas y al poder económico.
Y desde la fe que profesamos, este precioso libro nos conduce a la esperanza y la certeza de alcanzar la maravillosa vida eterna en Cristo Jesús.
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Por Norma Kalczynski