por Guillermo Prein
Resolver el pasado nos permite enfrentar el presente.
Individual y colectivamente, enfrentamos sombras, episodios que queremos olvidar; historias que deseamos que nunca hubiesen sucedido. Redimir el ayer nos libera, nos da fuerzas para encarar el presente con determinación y volver nuestra vista hacia el futuro… Entonces, podemos soñar con fe buscando cambiar nuestro destino.
QUE NADIE TE ROBE TU FUTURO.
NO ESTÁS EN SOLEDAD PARA ENFRENTAR TU VIDA… ANIMATE…
Aquello que impera, domina. Arrasa voluntades condenando a esclavitud a quienes atrapa.
Desde el pasado siniestro hasta el presente más cruel, vivimos condicionados bajo la inseguridad que agobia, presos de la rutina que consume nuestro tiempo.
Vivencias no metabolizadas, dolores perennes, sentencias que paralizan, nos amarran al fracaso. Crueles monstruos intangibles anidados en cada pliegue de nuestra memoria. El ayer que asecha. Auténticas quimeras que debemos enfrentar de una vez por todas, para emerger a la vida.
No menos peligroso y sanguinariamente potente es el presente, plagado de estereotipos que la sociedad global impone. Barreras infranqueables que suelen dividir a la sociedad entre triunfadores y fracasados. Mujeres y hombres de todas las edades viven atrapados en esa telaraña por no dar la talla que el mundo impone.
¿Cómo poder soñar con un mañana mejor?
Necesitamos con urgencia una liberación. Emanciparnos para ser felices.
¿Y SI TE DIGO QUE SE CAE…?
Poderosos imperios modernos tambalean en nuestros días.
La geopolítica internacional reacomoda su relación de fuerzas. Los poderosos parecen no tan poderosos. Nuevos contendientes se asoman en el horizonte.
Muchos corren buscando refugio huyendo del hambre y de la guerra.
Entretanto, nosotros aquí, tan sureños y olvidados, contemplamos los horrores desde lejos; sabedores, por experiencias acumuladas, de que nunca se está lo suficientemente distante para evitar las esquirlas.
En lo personal, la realidad no difiere mucho.
Pasado y presente se confabulan para atraparte en celdas de temor.
El Imperio Asirio dominó el suroeste asiático desde el 1800 al 600 a.C.
Mil doscientos años de crueldad. Su fama marcó la historia.
Sin embargo, un día cercano al año 750 a.C., nacía un nene a quien llamaron “El Señor es salvación”, que en hebreo se dice “Isaías”. Vuelto un hombre de convicciones anidadas en el cielo, por más de un milenio, enfrentó al pasado regente, artífice de un presente devastador, proclamando un mensaje que sonaba demencial:
“Asiria caerá a espada, pero no de hombre;
una espada, pero no de hombre, la consumirá.
Huirá para escapar de la espada, y sus jóvenes serán sometidos a trabajos forzados.
A causa del terror caerá su fortaleza; ¡sus jefes dejarán abandonada su bandera!
Lo afirma el SEÑOR, cuyo fuego está en Sión, y cuyo horno está en Jerusalén.”
Isaías 31.8-9 La Biblia (NVI)
Ni el más alocado de los soñadores hubiese imaginado tal escenario: una espada, no humana, pondría en fuga a los poderosos doblegando a sus retoños y haciendo que sus jefes arriasen las banderas.
Sin embargo, eso fue lo que sucedió.
Asiria se atomizó luchando en dos frentes. Su propia violencia la debilitó y sus generales abandonaron las banderas; los jóvenes guerreros terminaron como esclavos.
El tiempo ha transcurrido potenciando este mensaje. Hoy, llega hasta vos con su poder liberador, en días en los cuales muchos cambian permanentemente de banderas.
Si Asiria cayó, ¿qué peligro o amenaza puede mantenerse en pie ante vos?
JESÚS anhela tomarte de la mano y, así unidos, enfrentar tu pasado y presente.
Basta ya de huir, hay un Salvador que te ama y espera que abras una hendija de tu corazón, para entrar en tu vida, redimir tu pasado y transformar tu presente. Sanar aquello que tanto te daña, convertir tus debilidades en fortalezas, para entonces, enfrentar cualquier desafío del presente, destrozando todo molde al que te quieran someter. Ser vos misma, ser vos mismo, pues JESÚS te ama como sos.
ESTAMOS EN EL HORNO
Pequeña e indefensa, como Sion o Jerusalén en aquellos tiempos, tu vida se vuelve fuego y horno. Todo lo que daña tu ser será consumido, reducido a humo… el cual se desvanece en el aire nuevo, la primavera que estalla en tu historia llenándote de flores: proyectos que se transformarán en frutos, logros extraordinarios que asombrarán a todos.
Serás un ejemplo para que muchos se atrevan a salir de sus prisiones.
El fuego y el horno que te defienden poseen una potencia creativa inconmensurable.
La humanidad cambió desde que pudo dominar las llamas y volverlas productivas. Su hábitat, la alimentación, la expansión a regiones gélidas, se volvieron sencillas al poseer el poder del fuego. Por él, hasta nuestros días, seguimos creciendo en desarrollo. Sin éste sería imposible la vida. De eso nos habla Isaías: transformarnos en fuego y en hornos donde se acuñen proyectos y se cuezan esperanzas. Esta es tu hora, no la dejes pasar.
El REDENTOR de tu vida –pasado y presente– golpea a tu puerta y espera que abras.
VOLVER AL FUTURO
Soñar con JESÚS no significa vivir fantaseando. Con ÉL los sueños son FE en estado latente. Como el cálido e intangible vapor, al entrar en contacto con el frío de la realidad, se vuelve líquido, tangible, cercano; pero al soportar las temperaturas más bajas de la vida, llega a su estado sólido. Momento extraordinario en el cual la FE, aquello que se espera y no se ve, se materializa dejando ante nosotros un milagro concreto.
Nadie más realista que JESÚS. Cierta vez, cuando faltaban pocas horas para ser apresado, juzgado y crucificado, les dijo a los suyos:
“´Dentro de poco ya no me verán; pero un poco después volverán a verme`.
Algunos de sus discípulos comentaban entre sí: ¿Qué quiere decir con eso de ´dentro de poco`? No sabemos de qué habla.
Jesús se dio cuenta de que querían hacerle preguntas acerca de esto, así que les dijo:
¿Se están preguntando qué quise decir cuando dije: ´Dentro de poco ya no me verán`, y ´un poco después volverán a verme`? Ciertamente les aseguro que ustedes llorarán de dolor, mientras que el mundo se alegrará. Se pondrán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. La mujer que está por dar a luz siente dolores porque ha llegado su momento, pero en cuanto nace la criatura se olvida de su angustia por la alegría de haber traído al mundo un nuevo ser. Lo mismo les pasa a ustedes: Ahora están tristes, pero cuando vuelva a verlos se alegrarán, y nadie les va a quitar esa alegría. En aquel día ya no me preguntarán nada. Ciertamente les aseguro que mi Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.” Evangelio de Juan 16.16-24 La Biblia (NVI)
El camino de la FE pasa por senderos de tristeza, momentos en que las ilusiones parecen escurrirse entre los dedos como el agua. Persistir, a pesar de la cruda realidad, vuelve lo líquido en sólido, cambia la impotencia en logros y la tristeza en alegría.
Es toda una aventura pedir en los días de la necesidad, creer en los tiempos del dolor. Cuando amanece el milagro, nada ni nadie podrá jamás borrar tu alegría. La marca de la felicidad, la seguridad eterna, quedará para siempre grabada en tu memoria empapada de emociones, certezas y amor.
Se trata de acercarse a JESÚS con la simpleza de tus palabras y el corazón abierto de par en par. No lo limites con tus capacidades, volá con Él por sobre lo imposible, dejá que te sorprenda al demostrarte cuánto te ama.
Este último trimestre del año, cierra a su vez un quinquenio. Te incito a preguntarte: ¿Dónde querés estar, quién querés ser a fines de 2017… y más aún al concluir el próximo lustro?
Prepará tus metas, incluí a tus cercanos y amados, alcanzá con ellas a tus vecinos, compatriotas, compañeros y hermanos… De la mano de JESÚS, volá alto y pedí para que tu alegría sea completa.
Recordá: sos débil, pero JESÚS hace de vos fuego y horno, que logra producir y transformar el hierro y la roca, saciando también el hambre y cobijando a todos del frio. Redimidos del pasado, vencedores del presente, ÉL nos promete asombrarnos con realidades desconocidas hasta nuestros días.
“Mira el pacto que hago contigo —respondió el SEÑOR—.
A la vista de todo tu pueblo haré maravillas
que ante ninguna nación del mundo han sido realizadas.
El pueblo en medio del cual vives verá las imponentes obras que yo, el SEÑOR, haré por ti.”
Éxodo 34.10 La Biblia (NVI)